#ElPerúQueQueremos

Foto de la ceremonia de acción de gracias "Tedeun evangélico". Crédito: David Romero

FIESTAS PATRIAS: EL SIN SENTIDO DEL “TE DEUM”

Autores: Imelda Vega-Centeno // Marco A. Huaco P.

Publicado: 2015-07-27

Muchos piensan que la Misa que se celebra el 28 de julio se llama “Te deum”: pero nada más ajeno. El “Te Deum laudámus” es un antiguo himno de acción de gracias incorporado a la liturgia cristiana hacia el año 380 de nuestra era compuesto por San Nicetas, obispo de Remesiana (Dacia) hoy república Serbia. 

Este autor era reconocido por sus dotes poéticas y su calidad como teólogo, por ello cuando compuso el himno “Te Deum laudámus” (A ti como a Dios alabamos…), este canto fue incorporado a la liturgia cristiana para días de excepcional júbilo de la comunidad creyente. Este histórico canto resume el credo de la comunidad cristiana y pide el amparo, perdón y protección para la misma, confiando en la inmensa misericordia del Dios cristiano. Es una proclamación de fe, de temor a Dios y de confianza en su infinita bondad. El “Te Deum” es un canto, que se añade a la celebración eucarística, cuando la celebración creyente lo amerita, como la elección del Papa por ejemplo. 

Pero, ¿qué tiene que ver con las fiestas patrias en el Perú?. A finales de la década de 1830, cuando comienza la “normalización” de las relaciones del Vaticano con la república del Perú luego de años de distanciamiento producto de la Independencia, el Estado naciente “recupera” el sistema de prebendas y privilegios de que gozó históricamente la iglesia católica colonial, por su papel “civilizador” y de “cristianización” de estas tierras. 

De esta manera, una de las formas de congraciarse con el Vaticano así como con las iglesias locales y los poderes que estas representan fue que la República reconociera los privilegios señoriales y principescos de los obispos y de la jerarquía eclesiástica en general. Ergo, según esta lógica, si se cantaba el “Te Deum” en la investidura del Papa, también “debía” cantarse al momento de la investidura de un nuevo Presidente…, el latín en que se entonaba el hermoso himno de San Nicetas, ya nadie lo conocía, nadie podía criticar que todo un pueblo cantase una confesión de fe que a lo mejor ya no compartía… usando políticamente un himno de la comunidad creyente se lo había vaciado de su contenido religioso, ahora era parte de un ceremonial de poder…

Y es en esta lógica de poder –muy lejos de la confesión evangélica original- que en el Perú comienza la “discusión” por promover un “te deum evangélico”, en medio de la lucha soterrada por el poder, que emprenden determinadas denominaciones evangélicas, para gozar de tantas o más prebendas que la iglesia católica.

Ante la coyuntura de la asunción de la Presidencia de la República por Alan García Pérez, candidato del APRA, un sector de organizaciones religiosas neo-pentecostales no agrupadas ni en el Concilio Nacional Evangélico del Perú (CONEP) ni en la Unión de Iglesias Cristianas Evangélicas del Perú (UNICEP) reunidas en torno al pastor evangélico Miguel Bardales de la iglesia Emmanuel (iglesia que fuera fundada por el luego candidato presidencial evangélico Humberto Lay), la Confraternidad de Pastores Evangélicos (CONPPE), la Fraternidad Internacional de Pastores Cristianos (FIPAC) y otras iglesias evangélicas pentecostales y carismáticas, organizó en 2006 un “Culto de Acción de Gracias” anual para competir con el tradicional Te Deum católico de las fiestas patrias, el cual fue pronto llamado como el “te deum evangélico”. 

El Presidente García asistió por primera vez a dicha ceremonia evangélica a pesar de las objeciones de algunos Obispos católicos pero al término de ella se dirigió inmediatamente a la sede arzobispal para besar el anillo cardenalicio de Juan Luis Cipriani y luego visitó la sede de la Conferencia Episcopal para asegurar públicamente que en su “condición de cristiano siempre [estará] en devoción y servicio a la Iglesia del Perú y a las causas cristianas de [su] país”. Poco después, al jurar el cargo de Presidente se aseguró de hacerlo “en nombre de la libertad religiosa y de la iglesia católica”.

El éxito de la continuidad del apoyo del régimen Aprista a tal ceremonia se explicaba en buena medida por la relativamente exitosa candidatura del pastor Lay en las elecciones presidenciales de 2006 en las que fuera electo García Pérez. El hecho de que su partido confesional “Restauración Nacional” hubiera obtenido dos escaños parlamentarios y que el número de votos de su candidato haya sido relativamente alto, atrajo el interés político del partido aprista con miras a asegurar una exitosa segunda vuelta electoral que llevara al poder a García.

El ofrecimiento de apoyar una futura ley de libertad e igualdad religiosa habría sido el ingrediente idóneo para asegurar el apoyo de Lay a García. Todo lo cual se manifestó cuando Lay criticó duramente al entonces candidato nacionalista Ollanta Humala antes de la segunda vuelta electoral, en un implícito endoso político a favor de García y, luego, ya ganada la elección, éste respaldaría con su presencia anual a los organizadores del acto político-religioso organizado por la iglesia de Humberto Lay.

Así entonces, el “Te Deum evangélico” se interpretó generalizadamente como un gesto positivo de respaldo a la libertad religiosa cuando en realidad se trató de una perniciosa utilización mutua entre líderes políticos y religiosos.

Pero lo mismo que el “Te deum” católico, ambos son rituales propios de una época que ya debe ser totalmente superada: la de los Estados confesionales.


Artículo parte del Boletín: "FE & LIBERTAD" de libre acceso en: https://es.scribd.com/doc/272753964/CREYENTES-Por-La-LAICIDAD-Boletin-1-Fe-libertad-2015

O en nuestro Grupo de Facebook: Creyentes por la Laicidad


Escrito por


Publicado en